Amor en la Toscana by Catherine George

Amor en la Toscana by Catherine George

autor:Catherine George
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2004-01-01T20:53:42+00:00


Capítulo 6

TIM DEVEREUX la miraba transfigurado, incrédulo.

Harriet, horrorizada, empujó a James y éste, bostezando, abrió los ojos. Al ver a su hermano, se incorporó de un salto.

-¡Ya era hora! ¿Por qué has dejado a Harriet sola? -exclamó, absurdamente-. Podría haberle pasado cualquier cosa.

-Evidentemente, le ha pasado -replicó Tim-. ¿Jed y tú? ¿Cómo es posible, Harriet?

-No pienso decir nada hasta que esté vestida -contestó ella, colorada hasta la raíz del pelo.

-Danos diez minutos, Tim -le rogó James.

-Veinte, quiero ducharme.

-Es comprensible -murmuró él, saliendo de la habitación.

James se volvió hacia ella, suspirando.

-Al final, se está convirtiendo en un deporte para espectadores.

Harriet lo miró, incapaz de ver el lado divertido del asunto.

-Vete, por favor.

-¿Te da vergüenza?

-¿Te importaría marcharte?

-Es un poco tarde para portarse como una modesta doncella...

-No pienso levantarme de la cama hasta que esté sola -lo interrumpió ella.

-Muy bien. Volveré en quince minutos -suspiró James.

Harriet fue al cuarto de baño y se dio la ducha más rápida de su vida. Para animarse, se puso el conjunto de ropa interior que Tim le había comprado en París y el vestido color terracota que estrenó en la fiesta de Dido. Necesitaba una armadura para la confrontación que la esperaba. A Tim nunca le había molestado su amistad con otros hombres, pero encontrarla en la cama con su idolatrado hermano...

Unos minutos después, cuando se estaba peinando frente al espejo, James entró en la habitación.

-¿Lista?

-Estoy nerviosa. Sé que es absurdo, pero...

-Nada hará cambiar los sentimientos de mi hermano por ti. Soy yo el que debería estar nervioso.

-Tim te adora...

-Probablemente, después de descubrir que también soy humano, habrá dejado de hacerla. Venga, vámonos.

Cuando entraron en el salón, Harriet se quedó atónita. Tim no estaba solo. A su lado había una mujer guapísima. Una mujer, no una chica,

-¿Francesca? --exclamó James.

-¿Come staí, James? -preguntó ella, nerviosa.

-Harry, quiero presentarte a mi prometida, Francesca -dijo Tim entonces, tomándola por la cintura.

El silencio que siguió a esa declaración era ensordecedor.

-¿Tu prometida? -repitió James, atónito-. ¿Eso es verdad, Francesca?

-Sí, lo es. ¿Vas a darnos tu bendición?

-¿Cuándo os habéis prometido?

-La semana pasada -contestó Tim, desafiante,

James se volvió hacia Harriet, con una mirada fiera,

-¿Tú sabías esto?

-No, ella no sabía nada -contestó su hermano.

-Conocía la existencia de Francesca, pero no sabía que estuvieran prometidos -dijo ella.

La mujer sonrió, nerviosa.

-Tim y yo nos conocemos desde hace tiempo, ya lo sabes, tú mismo nos presentaste.

-Pero Tim era un niño... y tú eras una mujer casada.

-Pero tú sabes que Carlo ha muerto. Ahora soy viuda.

-No lo serás por mucho tiempo, cariño -sonrió Tim-. Pronto serás mi mujer.

-Sí, tesoro -dijo ella, acariciando su cara con una mano en la que llevaba una enorme esmeralda.

-Por cierto, he convencido a Jeremy para que exponga la obra de Francesca en Londres.

Harriet contuvo el aliento mientras los dos hombres se miraban con una animosidad que era nueva en su relación. Tim, con aspecto desafiante. ni siquiera miraba a la amiga que había mantenido su historia de amor en secreto. James, por otro lado, parecía un volcán a punto de explotar. Yeso la decidió: lo mejor sería escapar de allí lo antes posible.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.